miércoles, 5 de noviembre de 2008

Quince compromisos del Sínodo de la Palabra y tras el Sínodo de la Palabra

Quince verbos, quince actitudes, quince anhelos
1.- Redescubrir la Palabra de Dios en su totalidad, en su grandeza y en su riqueza inagotables.
2.- Buscar la Palabra de Dios –como al cierva que busca las corrientes del agua pura- como alimento primero y como manantial de la vida cristiana
3.- Promover una pastoral bíblica integral, transversal, robusta y creíble, aunar en la exégesis la realidad histórica y filológica de los textos sagrados con su verdad teológica, espiritual y existencial desde la analogía de la fe y desde la Tradición de la Iglesia, superando posibles dualismo entre exégesis y teología y superando actitudes extremas como las interpretaciones fundamentalistas o historicistas desmitologizadoras.
4.-Acercar la Escritura a todo el Pueblo Santo de Dios: La Biblia es un libro de un pueblo y para un pueblo.
5.-Promover en todos los miembros de la Iglesia una correcta, constante y permanente formación bíblica.
6.- Divulgar las Escrituras a través de los modernos medios de comunicación, asumiendo su lenguaje y sus técnicas.
7.-Integrar adecuadamente la Palabra en la liturgia y en la oración pública y privada.
8.- Cuidar y potenciar la homilía como eco de la predicación de Jesús, sensible a los signos de los tiempos y a las necesidades de la comunidad y pensando para remover los corazones y actuar la conversión.
9.- Centrar la catequesis en las raíces de la revelación cristiana, tomando como modelo la pedagogía de Jesús en el camino de Emaús.
10.- Llevar la Palabra de Dios a las escuelas, colegios y centros educativos, enseñando ya desde ellos la Historia Sagrada y nutriendo de ella los contenidos y las programaciones de las clases de Religión.
11.- Leer, rezar, custodiar y amar la Palabra de Dios en y desde la familia, que ha de ser un de sus ámbitos y espacios fundamentales.12.- Aprovechar sus potencialidades ecuménicas y de diálogo interreligioso,
13.- Recordar y reactualizar la capacidad de la Palabra de Dios como savia impregnadora y sazonadora de la cultura.
14.-Servir la misión “ad gentes” desde ella. La Palabra de Dios es un bien para todos los hombres, que todos los hombres deben conocer porque es la Palabra de la salvación. El “oro” y la “plata” del misionero es la Palabra de Dios, avalada y aquilatada por su vida coherente, entregada y fiel.
15.- Traducir a gestos y actitudes de amor la Palabra escuchada, contemplada, rezada, celebrada porque solo así se hace creíble el anuncio del Evangelio, compartiéndola con los pobres, los enfermos, los sufrientes y los oprimidos por cualquier causa. Es Palabra de Amor. Es Palabra de Salud. Es Palabra de Libertad. Es Palabra de Vida.

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